domingo, 1 de mayo de 2022

Desierto interior

 

Como un dolor de luz siento la noche,
murciélago colgado de mis párpados,
un paisaje de pájaros ahogados
en pozos de silencio, mis pupilas.
Sin ti el amanecer no trae caricias.
La piel olvida el tacto que se ausenta
como el azul celeste olvida al alba
el mágico fulgor de las estrellas.
Cúbreme, soledad, con tu rocío...
¡Que las hormigas trepen por mi vientre!
¡Que diez mil mariposas me alboroten
el alma hasta que hiervan sus glaciares!
¡Qué aniden las avispas en mis labios
para besar el suelo que no pisan
tus pies de orquídea en su fugaz huída!
La vida se hace líquida en mis manos.
Se escapan los minutos que me restan
entre el triste esqueleto de mis dedos.
Dos lunas más y el manantial se agota.
Subirá la marea hasta las fuentes
y dejará salitre en mis entrañas.
Serán dunas mis sueños contra el viento.
Será un páramo el pecho que te anhela.
Será mi sangre un cráter apagado.
Esperaré a la orilla de tus cauces
secos, desertizados y sedientos,
con el pulso menguante y la voz hueca
a que llueva el amor que desterramos.

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