jueves, 28 de noviembre de 2019

Infinita


Infinito el latido
del atlántico inmenso
en la víspera de nunca
estuvimos tan lejos
como si el mundo fuera
un corazón que rota
sobre un eje callado
para dibujar noches
y días de añoranza.

Hoy viniste a volar
cometas en el alma
aprovechando el viento
que surge del vacío
cuando mis manos trémulas
no encuentran tus caderas. 

Viniste a navegar
por la piel de mi cuello
aprovechado el último
navío de mi puerto
que zarpa hacia lo azul
a lomos de delfines.

Te esperaba en el frío
como espera un relámpago
la respuesta del trueno
cuando se apaga y teme
ahogarse en el silencio.

Te esperaba en vigilia
de millones de noches
y sueños encerrados
en cáscaras de nueces
con un solo deseo:
germinar en tu aliento.

Te esperaba desnudo,
o vistiendo caricias
que no habían llegado
a materializarse
con tus manos ausentes.

Te esperaba sin miedo
a olor de despedida,
sin rencor por la herida
que tu soledad ciega
dejó en la estela pura
de la luz del deseo.

Infinito ese beso
último que se aleja,
se extiende en la memoria
con las alas del tiempo.

Te esperaré soñando
con o sin horizonte,
dibujando en los templos
de mi mágica acrópolis
un eterno retorno.

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