miércoles, 29 de enero de 2020

Campo de batalla

Mirar al frente.
Esquivar las balas.
Blindar los párpados
a la luz oscura
de un enjambre sutil de supernovas.
Avanzar sin ceder a la tormenta
con las velas del alma desplegadas
mostrando sin pudor sus cicatrices.

Mirar atrás
la sombra que dejamos,
las vainas huecas
de reencarnaciones pasadas,
avatares de sabios o de bestias
que regresan vacíos
a las cunetas de la vía láctea.
Mirar atrás.
Cubrir la retaguardia.

Amanece en el campo de batalla
desvelando la luz su propia sangre.
No hay supervivientes.
No los hay, amor mío...
El invierno es muy largo
y los cuervos no esperan mariposas.
Aun así avanzamos
paso a paso
mirando hacia adelante
desnudos nuestros pechos
ante el amor que duele
o mirando hacia atrás
la estela de amapolas
dormidas
que dejamos.

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