viernes, 17 de enero de 2020

Cuatro estaciones


Navegando una lágrima infinita,
velando noches sin polvo de estrellas,
caminando desiertos subterráneos, 
volando por crepúsculos de niebla
sin rumbo, sin cuaderno de bitácora,
sin puntos cardinales, sin veletas
y sin otro destino
que volver palpitando hasta tus brazos
herido de deseo y de tormentas.

Cuando el alma despega de la tierra
contra la gravedad de la rutina
con las fugaces alas que da el beso
se diluye en el cielo que ya espera
con los astros abiertos o pupilas
que vuelan más allá del pensamiento.

Llevo tu nombre en las alas
y si vuelo
mi lastre se llama amor.
Llevo tu aliento en las velas
y si navego
mi ancla se llama libertad.

Cuatro estaciones y mi vida entera,
un secreto jardín dejé en tu mano,
mil pedazos de luna y mil de sueño.
Las flores que cuidaste en primavera
perfumaron de aromas el verano
tras las mágicas luces del invierno...

Y aquel otoño de agua, tapizado
de las lágrimas de oro de los ginkgos
en que enterré en tu pecho lo sagrado
y liberé en mi pecho lo divino.

Llevo aún tu alma en los labios.
Si respiro
es para dedicarte mis palabras.

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