domingo, 5 de enero de 2020

Deja la muerte



Deja la muerte una huella fría,
escarcha en el corazón,
noche en las manos
desnudas.

Despierta, pétalo de inocencia.
Ponte el anillo, plata
que el jardinero de la luna
forjó del agua. Alquimia.

Esa intuición felina...
Antes de que llegara
la hora de las máscaras
los maullidos del alma
rompían ese silencio
sordo
que enterraba los aullidos
de mi perro a la puerta
del claustro luminoso,
íntimo,
monasterio que ha huído
del peso de su roca.

Antes de que llegara
la hora de la lágrima perfecta
Ulises hundió todos sus barcos
en el mar de sus propios sueños
como señal de respeto
al duelo de las sirenas.

Cuando se fue dejó
las esferas paradas,
los relojes ardiendo
en nuestras manos,
las pesadas cenizas
de horas de crepúsculo
que nunca viviremos.

Arranca el grito, niña, de la noche,
que amanece y el bosque
necesita tu aliento.

En ese inmenso bosque
yo solo soy un pájaro
con miedo a la mañana
revolviendo su nido
en busca de sus alas.

Arranca ya la lágrima que riega
con su rocío mágico este bosque
en el que viven lobos y delfines,
todas las criaturas
que viven
porque aman.

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