lunes, 25 de mayo de 2020

Flor-escorpión


Pétalo a pétalo la flor blanca y desnuda cede a la furia de la tormenta. De marea en marea el mar deja varadas soledades de días náufragos que acudieron locos de deseo a nuestro jardín a llenar sus sedientas pupilas de belleza. Ola a ola me ahogo en tu recuerdo como esos troncos pálidos que el mar pulió en la arena. Luna a luna las noches se hacen simplemente eternas. Sueño a sueño la playa se llena de cadáveres de olvido mientras una estrella de mar nunca se ahoga. 

Ya no amanece. Me robaste el alba. Era tu amor el barco que cruzaba mi alma a la otra orilla. La estela que dejaba florecía... Un camino de paz sobre las aguas jalonado de templos donde adorar tu piel, de fuentes milagrosas donde beber tu sexo. Ya no amanece. Te llevaste el alba.

Mano a mano cruzamos los umbrales del mundo, la cuarta dimensión tras los espejos. Nota a nota una voz y una guitarra, nada más o, si acaso, el vuelo silencioso de cientos de pelícanos o su memoria en el cielo. Paso a paso me amaste o te creía, bella en pijama o verde raso o blanco a la luz de las velas, o vestida de rojo y cuero negro oliendo a tabaco, menta y canela. Puedo oler la belleza. Aún puedo olerla. Luz a luz la bahía a nuestros pies y yo sintiendo miedo de que tu nombre se perdiera en esa inmensidad ante los atónitos ojos de los ciervos.

Flor, ¿de verdad piensas que no es este tu rincón del jardín? ¿No ves que el jardinero tiene alma de cristal y un corazón de porcelana fina? ¿De verdad crees que las orquídeas tienen espinas? ¿Crees que él vive solo para el aroma dulce de las filadelfas? ¿No ha de amar la primavera por que tú seas su síntesis y esencia? Antes de que escupas al viento tus últimos once pétalos, dile a este jardinero que te entregó sus manos temblorosas, te regaló un cometa y te abonó con lágrimas, que el veneno que corre por sus vasos leñosos será rápido. Y cuando muera ciérrale sus ojos de otoño. Devuélvele al menos entonces las estrellas.

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