Amor,
me siento débil
como una luz
que se apaga.
Creo
que estoy dejando
de existir.
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Escribimos. Navegamos por la vida y vamos escribiendo nuestra estela. Queda un rato en las olas y se disipa en el mar. Nos buscamos en otros, pero sólo en la soledad nos conocemos. Cuando la noche nos cierra y navegamos contra ella a toda vela, respirando libertad. Entonces fluyen nuestros mejores versos, con la Luna como testigo único. Ahora, inesperadamente, en el otoño de mi vida, una Luna extrañísima brilla con más intensidad que nunca...
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