domingo, 18 de octubre de 2020

El rumor del arroyo

 

Corría ayer cristalina,
hoy sucia de lodos pasados
el agua del arroyo
como si fluyera
fría
por mi médula espinal.

El viento del otoño
desnudando los chopos
me susurra al oído
verdades afiladas.
Que soy como una hoja,
que mi destino cierto
será caer al agua
con el liviano peso
de todo lo que amo.

Que abandoné la luz,
que olvidé mi sentir
tras las cortinas
de tu ventana.
Que dejé el corazón
cosido a ellas.
Que abandoné mi sueño.
Que entré en la oscuridad
arrastrando mi orgullo
de pájaro envenenado
por este cielo ajeno
cubierto de zarzales
que yo mismo sembré

en otro presente .

Ahora solo deseo
desinfectar tu herida,
extraer la toxina
de la víbora triste de la culpa.
Ahora solo deseo
no haber nacido muerto
de tus brazos divinos.
Deseo que el arroyo
remanse en tu sonrisa
y que yo pueda ver
esta mueca de perro
reflejada en sus aguas.

Pero tú eres ahora
un huracán de silencio
generado por alas
de la cruel mariposa
de mi ausencia
y yo cierro los ojos
con párpados-cortina
tejidos con los nervios blancos
del puro remordimiento,
baño mi amor desnudo en el arroyo
(¡qué fría está el agua!)
y deseo morir...
Morir en este instante
escuchando tan solo
ese rumor sereno.

Y si me voy
con el rumor
corriente abajo
solo espero encontrar
en el Paraíso
un Remolino vivo
y el vértice perfecto
de tu sonrisa.

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