miércoles, 28 de octubre de 2020

Lamentaciones sobre el ruido

 

Es el dolor,
ese minúsculo arpón de la palabra
lo que hirió el cristalino
de tus ballenas ciegas.
Ahora, nadando en círculos,
abren un remolino insondable
que ahoga todas mis vísceras
(no ya el corazón solo)
en el océano infinito
de tu estridente ausencia.

Es el ruido,
esa mancha de sangre en el silencio
lo que enturbia tu lago sosegado
adonde fluyen mis lágrimas
sinceramente envenenadas
con tu propia sal.
Ese ruido que se expande
en ondas concéntricas
gritando amor
en las diez direcciones
del espacio y del tiempo,
ese ruido que ensordece tu consciencia,
que perfora tu sueño,
que se hace insoportable
hasta la locura,
hasta que coagula en tu lagrimal
con toda la energía del otoño
y fluye como un grito
contenido,
más profundo que el silencio.

Si soy dolor
o ruido
entonces
solo entonces
es mejor que me vaya
con los brazos abiertos
y vacíos,
es mejor que me pierda
como un punto de luz
aquí en el horizonte.

Solo el miedo a apagarme
me mantiene encendido.

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