Te escucho como al mar las caracolas,
lejana pero intensa, desde dentro,
desde la última vuelta diminuta
de mi alma espiral o columela
que gira en torno al cielo de tu cuerpo.
lejana pero intensa, desde dentro,
desde la última vuelta diminuta
de mi alma espiral o columela
que gira en torno al cielo de tu cuerpo.
Te abrazo como el viento a los cipreses,
rodeando con furia tu cintura
sin apenas mover tus firmes ramas
ni distraer tu rumbo a las estrellas,
sin robarle tus sombras a la luna.
rodeando con furia tu cintura
sin apenas mover tus firmes ramas
ni distraer tu rumbo a las estrellas,
sin robarle tus sombras a la luna.
Te miro como el río a la alameda,
pasando eterno al pie de tu frescura,
dándote de beber mi propia savia,
mendigando tu sombra y tus caricias
que arrastraré a mi desembocadura.
pasando eterno al pie de tu frescura,
dándote de beber mi propia savia,
mendigando tu sombra y tus caricias
que arrastraré a mi desembocadura.
Te beso como un ave en un oasis
que ha volado millones de desiertos
sobre dunas de arena y de cemento,
con las alas del alma en pluma viva,
la lengua hinchada, el corazón sediento.
que ha volado millones de desiertos
sobre dunas de arena y de cemento,
con las alas del alma en pluma viva,
la lengua hinchada, el corazón sediento.
Te siento como aroma de glicinias,
cierro los ojos y nado en tu aliento
aunque estés a años luz de mis poemas.
No puedo huir, no, luna, aunque quisiera...
Ni quiero huir... ¡Porque te llevo dentro!
cierro los ojos y nado en tu aliento
aunque estés a años luz de mis poemas.
No puedo huir, no, luna, aunque quisiera...
Ni quiero huir... ¡Porque te llevo dentro!
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