jueves, 4 de abril de 2019

Rebeldía

Te escucho huir descalza en mi memoria...
A veces en silencio. Me ensordece.
A veces en caudales de palabras
que fluyen por su cauce alborotadas
hasta el mar de mi mente tormentosa.

Hay algo tras tu mirada, un pasadizo
que va de tu sonrisa al corazón,
un laberinto en el que me he perdido,
donde Ariadna devora mis entrañas
y escupe sombras, sueños y deseos.

Vienes y vas, marea, golondrina,
contraes mi corazón y lo dilatas,
me robas toda el alma y el vacío que queda
me lo llenas de besos y caricias.
Llegas oliendo a humo y despedida.

¿Sabes quién eres, diosa de las aguas?
Isis buscando pedazos de Osiris
en el atardecer de mi consciencia
deliciosamente descuartizada
a orillas del Nilo verde de tu inteligencia.

Y así pasan las lunas, dejando estela
de soledad, belleza e ironía.
Así pasa tu piel por mis caricias
dejándome en ayuno de cariño,
hambriento de belleza,
náufrago en un mar de amapolas.

Y cuando cierras tu corola,
libre y pura
y quieres estar sola, la única flor
que duele en mi paisaje,
me quedo en el umbral del paraíso
regando tus jardines con mis lágrimas.




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