sábado, 20 de abril de 2019

Parapente (Monte Baldo)


La raíz del cabello, el raquis de la pluma
aman a la brisa.
Fénix, dame tus alas. Mi deseo
es un vuelo
de la montaña libre al lago de sus ojos.
En mi cielo, cristal, no viven sombras:
aguamarina aguardando aérea
la esfera luminosa de la luna.

Despierta, piel de nieve en roca viva,
las praderas de fárfara y anémonas
donde el viento del Sur rompe sus ráfagas
son tu colchón y la niebla, tu sábana,
ya se destapó al alba. Es primavera.

¡Dioses, abrid el Olimpo! Os lo suplico,
concededme la vida y la palabra,
que mis brazos alzados sean ramas
que acaricien el cuello de la aurora
hasta que rinda, trémula y cárdena,
sus suspiros callados a mis labios.

Sí mi Reina estuviera aquí en su imperio
sobre el circo glaciar que abraza el lago,
polinizando flores en mis ramas,
libando de mi estambre tembloroso,
deslizando su lengua entre mis pétalos,
ya habría alzado el vuelo que deseo
y vería el Olimpo tan abajo
que Afrodita, mirándome a los ojos
me diría "Tú amas... Vuela alto
aunque no tengas alas
sueña siempre, mortal,
que estás volando." 

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