lunes, 15 de abril de 2019

Lágrimas de gárgola (Milán, lunes santo)


Puedo nadar contra la multitud
o dejarme arrastrar por la corriente.
Navegar deslumbrado hacia la luz
o desplegar las velas al Poniente.
Volar mi alma-cometa hacia el azul
o dejar que anochezca, simplemente...

Puedo sentarme a ver pasar las nubes
o cabalgar en ellas el paisaje,
admirar las heridas que en el cielo
dejan las afiladas catedrales,
subir por las ojivas al silencio
o beber el color de los cristales.

Pero no puedo profanar la estrella
que delata a los Magos sepultados,
no puedo perturbar la paz que sella
las criptas donde duermen los pecados
que el tiempo y la memoria no confiesan,
recuerdos de deseos no olvidados.

Yo no puedo vivir sin tu sonrisa,
monalisa de piel de primavera,
ni ver arder belleza en tu retina.
No aguanto más la lágrima que espera
la gárgola asomada en su cornisa.
No soporto que lo inmortal se muera.

Esta noche podría en tus abrazos
esperar a que todo el orbe ardiera,
que estallasen vidrieras en mis labios,
que callasen los tubos de mis órganos
y los cansados nervios de mis bóvedas
se desplomasen sobre tus caderas.

Puedo sentir dolor de templo en llamas
o de cenizas que se lleva el río
hacia mares de azogue y esmeralda,
pero no puedo amar sin los latidos
que grita el corazón como palabras
rompiendo la distancia y el olvido.





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