viernes, 13 de diciembre de 2019

Viento y calma (el Regreso)


El viento corta la piel
de un tajo o ráfaga.
Baja de la montaña
precipitándose
como si huyera
de la luz de la luna peregrina,
casi llena en un cielo
casi vacío,
un cielo que te espera,
que en el frío absoluto
anhela recibir el calor de tu cuerpo. 

No calla el viento.
Es su voz en las ramas de los cedros vencidos
más débil que el deseo de tu voz
en mis tímpanos helados.
Es pronto aún para beber tu lágrima
pero el solo pensamiento de tu nombre,
más allá de la música de las esferas,
es una detonación en mi silencio.

El viento no ha callado
pero llegas
como un ángel que huyó del cementerio
y tu piel se deshace en mi mirada
como si fuera el ala de una orquídea.
Me hablas de los mármoles sublimes,
blanco mate que borra el alma humana
bajo la recoleta sombra del ombú. 
Me hablas de páginas de libros olvidados
que el tiempo ha subrayado dulcemente
paseando entre sus líneas como un gato.

Cuando al fin calla el viento
y la luna de invierno llena todo
me dejas en los labios la memoria
del fuego con que ardieron las beguinas
y desapareces
otra vez
en la fosforescencia de la noche,
pura estela de auroras boreales.

No hay comentarios: