martes, 18 de febrero de 2020

Deceleración del corazón (soneto)


Me torné en tren sin freno a toda máquina
entrando en un palacio de cristal,
un elefante ciego en el umbral
de un templo de vidrieras y cerámica.

He sentido el dolor descomunal
de estrellas ya apagadas, luces mágicas
ahogadas en las lágrimas más trágicas,
el alma a oscuras y en los ojos sal.

Ahora se calma el viento y la tormenta
cede el pulso al abrazo de la paz.
Cae la angustia rabiosa y virulenta.

La marea sosiega la ansiedad,
la ahoga en mis playas con caricia lenta.
¡Anida el alma en esta soledad!

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