miércoles, 3 de octubre de 2007

AGOSTO (1997)

A un desierto de ti quiero llorarme.
En la distancia hay miles de deseos clavados
o fluyendo hacia ti por cauces ásperos.
Millones de caracoles de oro o estaño
arrastrándose como lágrimas vividas,
buscando tu mar para desembocarse.
Lentos irán llegando en plenitud de luna,
quemando con su gozo las palabras.

Mi amor de viento no teme lejanías.
Puede viajar al sol en plena noche
y volver todo azul sin marchitarse,
aunque varado esté mi cuerpo o nave
ante esta inmensidad que nos separa.

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