lunes, 8 de octubre de 2007

EL MAR ESPERA (julio 1986)

Soy viajero como el viento que me habita.

Los labios ondulados sumados a tu nombre
son sueño en este sueño.
Somos tan celestes que ignoramos la noche
y nos escurrimos bebidos por el mar,
cuerpos de agua dulce desembocando.

Desde arriba vigilo cómo el tiempo mordisquea mi presencia en el cielo.
El viento es el único motor de las sombras.
Mi equipaje es un beso.
Mi destino es el mar que inevitable se aleja
y se acerca,
se acerca
y se aleja.

Oídlo, paraísos. Viajo sin paisaje como la misma luz.
Viajo en un tren cargado de entradas y salidas
por una vía recta de miradas de plata
donde el cielo suplica y la palabra pasa,
de labio en labio pasa como amor.

Una cúpula, un río, un jardín,
Una gota de sangre o su reflejo.
El cielo entre las ramas es un arco o un balcón.
Se lee en las esquinas el nombre de un poeta
como un sauce flotando entre lunas de piedra que callan los colores.
El tiempo vivo, aunque siempre habla de ruinas
o pasiones disueltas
es un horizonte insólito.

El mar es un espejo libre de tristes lunas.
He venido a dejar que suavemente
seduzca mis inviernos con nostalgia de hermano.
He venido a cantarle
aunque él rechace magia de mis labios.
Yo le escribo no distante
Él, verde, azul o nácar de reflejos,
muestra indiferencia desde su infinito más remoto.
Pero cuando me lames mansa como orilla
o casi enfurecida de deseos,
cuando clavas tu pleno azul en mí
y yo, profundo, te recibo todo éxtasis,
cuando entornas el alma para decir que me amas,
entonces siento el mar henchido de pasiones.
Ya cercano me absorbe sin palabras.

El destino es más ágil que las nubes que escuchan.
El destino es un ave silenciosa.
Mientras el tiempo bebe este camino
mi soledad vivida, soñada o escrita, no existe:
Eres tú quien ocupa mi cuerpo de bóvedas,
quien esculpe mi aliento como esfinge,
quien me vive como plenitud sin escrúpulos.

Como la flor que herida busca el suelo
yo proclamo la muerte de las olas.
A veces me siento tan ligero
que escribo esta vida sobre la arena.
Luego la busco y sólo quedan huellas,
huellas que las olas agonizantes van barriendo con manos de poeta.

Tú eres ese alma no ajena
que fuera de mí habita mis pasiones proyectadas.

No hay comentarios: