miércoles, 17 de octubre de 2018

Amapolas

Morfeo hizo un pacto con la luna.
Cierra los ojos, dijo. Y le dio un sueño
en los labios. Un sueño como un beso
de esos que la marea roba al fondo oceánico.

Lo sé, Marte, lo sé, planeta rojo, errante:
no es cierto. Lo he soñado.
¿O lo he vivido? He robado un abrazo
como música. Latidos. Latidos. Latidos.

Eso es verdad. No miento. Solo callo o escucho.
He robado un abrazo que ha durado
lo que el paso de un cometa. He amado
en un silencio íntimo. No quiero que mi alma
se despierte. Que no se rompa el sueño.

Media luna, caricia en el firmamento.
¿Robé alguna caricia? No puedo ni soñarlo.
Dame fuerzas, Morfeo. Pétalos de brisa
se agolpan en mis venas y el corazón
se ahoga en el rojo horizonte... Y mis ojos
cansados, caballitos de mar que te susurran:
"No tengas miedo, sirena. Puedes volar si quieres".
Puedes volar muy alto porque no tienes vértigo,
porque tu piel soñada es todo alas,
porque eres agua y aire en mis poemas.

Si tuviera una eternidad ahorrada
la gastaría en tu piel en una noche.
Pero no, no la tengo. Estoy herido, musa,
pero no duele. Miento. O mentiría si tuviera palabras
para estos sentimentos de pétalos abiertos.
¿Qué más da todo?, pienso, si sonríes...
Ah, verte sonreir es todo sueño:
un campo submarino de amapolas.


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