martes, 23 de octubre de 2018

Respuesta-paraíso



Luna. Herida de luz abierta
en la enorme sombra de tu ausencia.
Cierro los ojos. Un agujero negro. Negras alas.
Un abrazo vacío. Mis manos, la nostalgia.
Fénix de hielo. Golondrina amarga.
A la deriva, en la garganta,
la barca de dolor de un amor gigantesco
que sufre porque sabe que no besará orilla.
¿Cómo puedo vivir al borde de la lágrima
ahogado en un deseo que despedaza el alma,
anhelando unos labios que no pueden rozarse,
pieles-sépalo que secretas se entrelazan
en sueños, solo en sueños. Nunca ahora.
Jamás para saciar esta sed. Fiebre. Escarcha.
¿Cómo soporto, enfermo, este apetito estéril,
este ocaso privado de esperanzas? –me pregunto.

Jardín iluminado por un alba violácea.
Arce de fuego que la brisa aviva.
Los templos milenarios junto al Nilo.
Amapolas brotando en cada arteria.
Babilonia. Melisa. Madreselva.
Mariposas latiendo bajo el párpado.
Ibis rojos volando sobre el Kizilirmak.
Vino servido en cálices de magia.
Anillo hecho de escamas de sirena.
Plata de libertad sin alianzas.
Puedo vivir, supongo –me respondo–
porque el mismo deseo que me ahoga
es un mar de belleza, cristalino,
tan inmenso, tan dulce, que navegar por él
a toda vela un único segundo
recompensa, aun sin rumbo,
mil noches sin estrellas como lágrimas.

Mañana hay luna llena. Paraíso.
Ven a probar del árbol de la vida
que se están acabando las manzanas.

No hay comentarios: