Te abrazo como quien en vano atrapa una caricia
y en ese instante el
tiempo se detiene...
Yo, perdido, buceo en tu azul inmenso
hasta el fondo
de tu alma de coral.
Veo a la niña inquieta que mentía a los peces,
veo ese primer beso tan remoto,
con labios de isla virgen y el corazón desnudo.
Vas abriendo el océano y veo el fondo limpio,
cristalino. Siento el deseo abierto como alas de gaviota...
Soy pura sed de cielo, de horizonte.
Siento ese mar que llama y que ama y que llora,
Ola a ola yo siento ese silencio.
El viaje hasta el mar, largo, cansado.
Atardeceres rojos. Los pecios del pasado.
Siento tus horas tristes quemarme la
garganta.
Siento tus días tristes ahogados en mi lágrima.
Quiero hablar y no puedo porque estoy bajo el agua
que late
emocionada. Profundo, tan profundo.
Yo no quiero que añores ese abismo
infinito
de llantos de ballena y delfines varados.
Lo que quiero es que aflores, amapola de vida,
el mar que
llevas dentro...
Los peces voladores.
Porque amar es un vuelo que no teme a las horas
ni a los
cuatro elementos. Amar es regalar
cada palmo de piel a los escalofríos.
Amar es beber vida a sorbos lentos.
Amar es olvidar
que somos solo
cuerpos
abrazados tan frágiles
un instante en el tiempo.
Entre tus
brazos, musa, no puedo respirar.
No me queda ya aliento...
Solo cierro los
ojos y sueño. Sueño.
Sueño.
domingo, 14 de octubre de 2018
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