jueves, 16 de mayo de 2019

La noche que perdí las estrellas


Daría el alma
por devolverte
las estrellas.

Daría todas mis noches de silencio
por devolverle
al ruiseñor
la vida.

Daría mi tiempo
por devolverte
las páginas perdidas.

Pero estoy muerto.
mi corazón no late.
El mar paró sus olas.

Latía por ti, sirena,
por ti solo cantaba
con una voz perfecta, 
pero...
Otros pueden oírlo.
Lo he parado.

Solo queda esperar
a que se agote
toda el agua salada.

Esperar que lloremos
hasta que los delfines
se entierren en la arena.

Esperar que la flor
más bella del jardín
que arrancamos de cuajo
con las garras del miedo
marchite en nuestras manos.

Esperar a la muerte
como un veneno dulce
con los brazos cruzados.

Esperar que palabras
pronunciadas con rabia
acuchillen sin tregua la inocencia.

¿O debemos luchar
para que el sol no queme
nuestros huesos de luna?

¿Reflotar los delfines,
desenterrar sonrisas
con nuestras propias lágrimas?

¿Replantar el jardín
con un beso que injerte
de una vez nuestras almas?

Decidme, paraísos
¿Cómo puede doler
soñar tanta belleza?

¿Qué oscuro sentimiento
ha quemado la magia
que aun reflejada
en ojos de mil lobos
es nuestra,
solo nuestra,
eternamente nuestra?

Parece imposible
que un simple mortal
desahuciado
de su propia vida
tenga el Cielo en sus manos,
el secreto del vuelo de los pájaros,
la belleza en su estado más sublime
y lo deje caer
en un pozo de mierda
rompiendo las entrañas
de quien ama.

Daría el alma
por devolverte
todo.







No hay comentarios: