Cultivaba los valles
más profundos del alma
con belleza tan frágil
que soñarla me hiere.
más profundos del alma
con belleza tan frágil
que soñarla me hiere.
Me encerré en una isla
de música y estrellas
donde la luna impera
sobre todas las diosas.
Y cuando estuve solo,
completamente solo
enclaustrado en secretos,
mimando los silencios
en mi jardín de nácar,
el mar lo inundó todo
y vi claro, sirena,
que estabas allí dentro,
conmigo. Muy adentro.
Y te lo entregué todo
y lo seguiré haciendo
aunque tú, incomprensible,
me devuelvas estrellas
y noches de concierto.
Las dejaré escondidas
en soledades nuevas
que ya apenas deseo
por si alguna mañana,
Andrómeda, despiertas
y recuerdas los sueños
que aún te pertenecen.
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