martes, 27 de noviembre de 2018

Sirena varada junto al templo



Sirena de luz, inconsciente,
varada en mi playa.
¿Te trajeron las mareas
envuelta en las algas,
abrazos de amantes
arrancados del fondo del océano?
¿Te trajo la tormenta
hasta mi pecho ciego
desde un naufragio amargo
que encontraste jugando con las olas?
Si llevas la semilla
de un amor consumido
o el germen de pureza
de otro amor que se enciende…
No importa. Nada importa
si en tus ojos de niña
la palabra es sincera,
si el silencio que fluye
cuando rozo tus manos
es más grande que el cielo
y las tormentas muertas.

Mi templo estará abierto
siempre, siempre, sirena.
Latiendo en sus umbrales
mi corazón de tierra
arrancado del bosque de mis venas.
Las velas encendidas
y el incienso, memorias que se queman.
El viento en los jardines
borrando sin piedad las primaveras.
Te esperaré soñando
y te esperaré, vengas… O no vengas.

¡Ay, sirena de luz
que proyecta mis sombras!
En tu vientre un adiós
y en mi alma de estrellas
la puerta siempre abierta…
En mis ojos las lágrimas
vanas que aún alimentan
este mar de distancias nunca ajenas
que te arroja en mis brazos
rompiendo las promesas.

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