jueves, 29 de noviembre de 2018

Acantilado


¿Es un crimen soñar,
abrir las alas sobre un mar abierto
al espejo interior de la memoria?

¿Es pecado el deseo en carne viva
cuando la piel no oculta sentimientos?
¿Es tu ausencia el veneno de mis noches
y tu presencia el luminoso antídoto?

Suspendido sobre el acantilado
siento a mis pies romper
ola a ola la espuma de mis días.

La ansiedad de la espera anuncia tensa
el gozo del encuentro o la esperanza
de robarle tal vez al infinito
un círculo que encierre nuestras almas.

Allí donde tu sangre es rubí y plata,
donde tu corazón se despereza,
he perdido la cola de un cometa
enredada en tu pelo de odalisca.

Y al besar en tu frente la ternura
que irradia al respirar la noche misma,
al sentir el abrazo de tu alma
atravesar mi amor de parte a parte,
me fundo con tu ser en una estrella
que rompe el firmamento... Y lo ilumina.

¿Es un crimen soñar
que el tiempo es nuestro,
que un abrazo caben muchas vidas?

Voy a volar desde el acantilado.
Daré el salto a un vacío de caricias
para acaso en tu mar, delfín sin sombra,
estrellarme en tus labios como olas.

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