martes, 20 de noviembre de 2018

Árbol-alma


Hoy, luna de agua, las nubes
parecen huir libres de la noche,
pasando ante la luna sin tocarla
mientras los corazones ya se funden
en un latido suave, incandescente.

Abrir, amor, como quien abre un sueño,
un tesoro escondido bajo tierra
y misteriosamente iluminado.
Abrir el alma como se abre el cielo,
de horizonte a horizonte, limpio y puro.

Vida es luz y es el árbol en otoño
que regala sus hojas a los vientos
cuando ya no le cabe más belleza.
Abanico amarillo. Llama. Cáliz.
Vida es acariciar tu piel de nácar.

Te imagino a la orilla de un estanque
regalando a los cisnes la blancura,
golondrinas y miel en la mirada,
lanzando tus deseos cristalinos
al espejo de luna que te espera.

En un labio no cabe tanto anhelo
ni en una piel tantos escalofríos
ni los ángeles caben en tus ojos
cuando surgen las lágrimas desnudas... 
Van fluyendo gozosas sin retorno.

Noble árbol, tus raíces en mi vientre
y tu savia en mis venas orgullosas,
catedrales tus ramas silenciosas...
Desnudas al otoño tus secretos
porque sabes que el viento te los cuida.

Si gritara tu nombre a las mareas
la pleamar me ensordecería. 
El eco de tu amor como reflejo
saltando de ola en ola me acaricia
incluso en la distancia
enorme
que nos une.

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