martes, 4 de diciembre de 2018

La noche del ladrón


Es en la larga espera cuando el tiempo
se sumerge en la sombra irrespirable.
Solo un rayo de luna que araña la memoria
cierra heridas abiertas en el oscuro estanque
desde cuyas orillas te he esperado.

Luego apareces, lucero de mil albas,
aérea, ligera como niebla descalza,
sonriendo a la noche, esquivando miradas,
despertando a las musas en mi alma.

Me regalas tu piel como un zodiaco vivo
donde miles de estrellas dibujan mi destino,
donde mi labio es viento en dunas de cariño,
donde para encontrarme, cometa, me he perdido.

Tú, fuerte junto al mar que bate en tus cimientos,
aguanta el temporal que la vida te arroja.
No eres de piedra, no, tu corazón me llama
latiendo entre silencios donde levar el ancla. 

Nunca respires sola todo el aire vacío
cuando mi abrazo eterno te ofrece sus rincones.
No llores nunca ajena a mi sed de tus lágrimas,
a mi océano inmenso de pequeños consuelos.

¡Vuela, vuela, ave bella, hacia tus sueños!
O no vueles, alondra, que hace frío.
Quédate en estos sueños, que son míos
soñados para ti desde la luz
que mueve el universo.

No hay comentarios: