martes, 11 de diciembre de 2018

Paraíso (Epílogo del Salto; Neuchatel, 11/12/18)


Saltamos, sí, saltamos
a un abismo de nácar y de pétalos
con los ojos cerrados
y los labios abiertos o entornados.
Saltamos de la mano, entrelazados,
en el núcleo vivo de un cometa
cuya estela atraviesa mi costado
de parte a parte, luz sobre la luz,
la luna amando el agua, reflejando
corazones de plata, almas de peces...
Saltamos y se abrieron nuestras alas
y cubrieron el cielo de caricias,
de plumas con el raquis incrustado
en el numen de todos los placeres.
Volamos contra el viento y volaremos.
Migraremos al paraíso mismo
a anidar en el seno de ese árbol
que enraíza lo humano en lo divino.
Volaremos con rumbo a las estrellas.
Casiopea, Andrómeda, las Pléyades,
el Delfín, el Cisne, el Dragón, Vega...
Sobre desiertos, mares o planetas.
Saltamos al vacío y lo llenamos.
Lo llenamos de bosque y de libélulas,
de fruta tierna y flores delicadas.
Lo llenamos de vida y nos dormimos.
No pudimos soñar porque no hay nada
más que soñar ya desde el sueño mismo.

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