lunes, 24 de diciembre de 2018

Otras vidas: Elia, la ladrona


Al salir de puerto, las naves que cruzan el Bósforo acarician el cielo con su velamen, avanzan silenciosas por el mar dorado rumbo a Poniente. Cada atardecer, al otro lado del estrecho, Elia sube a las rocas junto a las ruinas del viejo templo entre los pinos, abre sus ojos brillantes y sinceros, contiene la respiración hasta que los barcos se convierten en puntos diminutos que devora el mar. En el aire el ritmo pausado de las olas y las flautas de los pastores se confunden con el canto de las aves marinas. La brisa siempre cesa al atardecer, como por arte de magia. Elia reúne el rebaño y lo baja a encerrar a la aldea. Los pastores se ríen a menudo de ella porque habla con las cabras como si fueran personas mientras las ordeña con sus pequeñas manos. Les habla de cuándo florece cada planta y de cuándo sale cada estrella. Elia hoy no habla con los chivos... Está callada, pensativa. Mañana su hermana recién casada partirá en uno de esos barcos y ya no coserán juntas, ni bajarán a lavar, ni a coger flores para las coronas del festival de primavera, ni compartirán esas noches cómplices de confesiones íntimas. Elia quiere hacerle un regalo que no olvide nunca, que sea como una parte de ella que se ha de llevar consigo. Mañana de madrugada bajará a la ciudad con el abuelo a vender tres chivos y si el precio es bueno la comprará un anillo... Y si no, lo robará. Ella nunca ha hecho nada así, pero sabe que no tendrá suficientes nummi para comprarlo. Está decidida. Es astuta, rápida como un pájaro. Aprovechará un descuido del orfebre y se llevará una pieza de plata, metal de luna, con dos delfines o leones enfrentados y un cabujón con un azabache engarzado, grabado con uno de esos símbolos mágicos. Maniqueo, cristiano, egipcio, da igual... Uno de esos que te conectan con Dios y te protegen. Mañana, cuando pare la brisa al ocaso y los barcos se pierdan en las brumas, Elia dejará caer lentamente una lágrima ofrecida al horizonte desde su atalaya... Y no será por su conciencia.

No hay comentarios: