domingo, 24 de febrero de 2019

Bipolar


Sombra. Sombra. Sombra.
¿Y mi rayo de luna?
¿Y las estrellas?

Silencio. Silencio...
¿Y el rumor de las olas,
la fuente de tu risa en mis jardines?

Anoche vi una sombra y su silencio.
Mis ojos anegados en lágrimas de lodo,
mis oídos sordos al milagro de tu voz
sintieron la caricia
del ángel de la muerte
susurrando
mi nombre de traidor y de proscrito,
gritando
mi condena, tan justa para el jurado popular,
oh, bilis, culpa, trama de tragedia,
tan injusta para el alma enamorada,
oh, belleza.

Si me amaras, estrella,
nunca tendrías miedo
a caerte del cielo...
Mis miradas furtivas, sus colores
robadas a mil y una noches
son todas para ti.

Luz. Luz. Luz.
Tu sonrisa
de amanecer perfecto
desnuda de los velos tan oscuros
de los remordimientos.

Música. Música
que parece jugar al escondite
con la distancia, con el viento,
con los latidos y las tormentas.

Hoy he soñado, sí, con luz y música...
Y mis ojos han visto firmamentos dorados
cúpulas de tesoros, estrellas como gemas.
Y mis sentidos beben los colores
de un atardecer reflejado
en tu piel de marfiles o de seda
que me trae el abrazo
del diablo de la vida
anunciando
mi absolución
y puesta en libertad.

Cuando me amas, sirena,
nunca pierdes la voz:
siempre cantas verdades
como templos.

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