sábado, 16 de febrero de 2019

Río que siempre fluye


Agua que fluyes cristalina
en cauces de profunda soledad,
de rocas afiladas o de cieno,
de lámparas flotantes de papel,
de barcas que huyen siempre de su estela,
de peces que remontan su destino
bajo puentes de acero contra el vértigo,
entre garzas dormidas en su vuelo,
a través de ciudades y jardines,
babilonias de sauces y molinos,
entre orillas por donde paseamos
de niños o de ancianos, o de ahogados
en reflejos de luz que nace o muere...

Llegarás a tu mar.

A ese mar que ya sueñas como un beso.

Y lo sueñas calmado,
espejo de la luna,
brotando de su seno el loto azul.

O lo deseas bravo, apasionado,
tromba de olas rompiendo
con su abrazo de vida
en tu sedienta lengua,
inundándolo todo
de silencio
o de luz.

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