viernes, 1 de febrero de 2019

Esperanza


La noche es tan inmensa que no conoce límites.
A años-luz de mis lágrimas se adivina una estrella
pintada en el vacío como un sueño perdido.

No deseo que al alba se anuncien despedidas
ni que tus ojos negros devoren a las sombras,
pero el bosque susurra en la brisa de invierno
canciones que la nieve no borrará jamás.

El tiempo de la espera es un pájaro herido
por el dardo afilado de un amor que no cesa.
En mis labios helados se quedó una palabra
a punto de no abrirse, como un nenúfar gris.

¿No te das cuenta, perla de azabache,
que el dolor no comparte soledades?
¿No sabes que hay un lúgano en silencio
que no ha sido aún tocado por la aurora?

Cuando tus ojos vuelvan a mirarme,
regresen del vacío de tu ausencia,
dame tu alma de niña-laberinto...
Voy a perderme en ella como un náufrago.
Voy a quemarle todos los rencores
con el fuego lunar de la esperanza.

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