lunes, 4 de febrero de 2019

Las Mareas del Alma



Le dijo el mar al cielo
herido de destellos:
soy todo lo azul que me haces sentir.

Le dijo el agua al fuego
con la sal en los labios:
no te olvides de amarme al apagarte.

Le dijo el sol cansado
al horizonte amable que esperaba:
dame un abrazo púrpura si muero.

Le dijo nuestra luna
a tu alma en expansión:
no vuelvas a la playa en bajamar
porque hay pecios varados en la arena
y ahora es tiempo de bosque y de caricias.

Pero tú, niña-pétalo, derramando corales
bajaste hasta la orilla descalza como el viento
a llevar a los náufragos el olor de la vida,
el mudo aliento de sirenas pálidas
que enarbola los mástiles vencidos.

Le dijo la tormenta
al silencio que escucha:
cuando avance el glaciar
esquirlas de alma helada
inundarán tus ojos,
quedará a la deriva
un iceberg de sombras
devorando titanics.

No viertas ni una lágrima
por quien juega a la ruleta rusa
con una bala de olvido. 
No derroches nostalgia
por quien herido y noble
pinta las madrugadas de rencor.
Tu ser está en las olas
regalando existencia al infinito,
flotando entre algas nori
que esconden un naufragio diminuto
en el enorme océano que es tu espíritu libre.

Le dijo mi corazón al tuyo,
aguamarina, ámbar:
ven a mí como música
a ritmo de latido.
Sístole o bajamar,
diástole o pleamar...
Una y mil veces labio busca labio.

No falta ni una gota de alma, no...
¡Qué no!
Es la fuerza brutal de las mareas...
No te desbordas, no, cuando me ahogas
en un beso de luz de supernova...
Es una bocanada de mi luna
que te empuja imparable al firmamento,
que te devuelve el vuelo que perdiste
en el jardín de lotos de mi pecho.

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