miércoles, 6 de febrero de 2019

Buenos días, estrella


Dame tu piel, estrella, 
arroja luz a mi órbita de sombras
hazme sentir la gravedad serena
que me atrae a tus labios de cometa.

Abro los finos párpados del alma
a un huracán de brillos y colores,
alas de mariposa tan fugaces
como espejos de mar en la retina.

Despertar es un vuelo de pelícano
cuando soñar es cielo y agua y noche,
cuando el beso domina la memoria
y tu ausencia en la playa es esperanza.

Nada sacia la sed de tus caricias,
la noche no respira sin tu aliento,
se ahoga en la espera azul de tus mareas
o turquesa en la flor de tu sonrisa.

Vuelve a galopar, ninfa del agua,
en el corcel que le robaste al héroe
para hacer un regalo a los narvales,
delfines que se fingen unicornios.

Dame tu sexo abierto, isla de seda,
laberinto de pétalos eléctricos,
descarga de pasión, pulso de entrega,
pasaje sin retorno hacia lo eterno.

Entrégame tu soledad divina,
deja que en mi cristal se multiplique
limpia, celeste, cálida, infinita,
la nitidez que el humo difumina...

¡Deja que el aire limpio te desnude,
que las olas te rompan en el pecho,
que la emoción te fluya por las venas,
que la luz te traspase los sentidos,
que la vida te colme a manos llenas,
que mis brazos, estrella roja, perla,
te orienten de camino al firmamento
desde el fondo soñado del océano
en viaje de ida y vuelta...





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