lunes, 11 de marzo de 2019

Mirlo negro, flores blancas


Un mirlo canta en la florida rama.
La luna me sonríe. El cielo escucha
mientras se desvanecen sus colores.
Atardecer, preludio de constelaciones.
Dragón o serpiente, toro, león, águila,
memoria de milenios, piel de diosa
mortal, como las flores.
Tu mirlo canta.

Háblame, diosa blanca, de tus horas
ofrecidas al mar o a sus caricias.
Háblame de los peces en tus ojos,
del coral de tus manos o del nácar
en muslos imposibles, oh, sirena.

Háblame, rosa pálida.
El mirlo canta.
O calla... Deja latir
tu corazón ardiente...
Que el silencio se ahogue
en un ayer desnudo de futuro,
en un mañana robado al pasado
donde sólo atardece en el presente.

Ya es de noche.
Abrázame. Entrégale tu cuerpo a la marea,
tus ojos a la oscuridad más pura,
tu piel a una brizna de hierba,
a un copo de algodón.
¿Debes partir?
Se paran los relojes.
El mirlo calla.

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