lunes, 18 de marzo de 2019

El lenguaje de las plantas

Todos mis caminos
convergen en tus labios,
como los nervios de una hoja de ginkgo.
Todo este silencio,
el murmullo del bosque
son páginas en blanco
para escribir la música en tu pecho.
Tú hablas
el lenguaje callado de las plantas.
Yo escucho
la canción de las aves.
Que el viento no haga ruido
ni el mar ni la tormenta,
ni un latido.
¡Detened las auroras boreales,
las órbitas celestes,
los eclipses!
Mi dríade está hablando con los árboles,
con las flores abiertas, con los lotos
que tapizan estanques en mi iris.
¿Las plantas hablan, sienten?
Las plantas callan.
Sienten.

Tus dedos me envuelven
como el borde de una hoja de roble.
Tus frutos alimentan mi memoria
con el aroma fresco de ese musgo
sobre la roca al pie de la cascada.

Tu ausencia me duele
como una hoja de acebo,
como el tallo del rosal
que en este corazón echó raíces.
Porque de tus labios
salen palabras, versos,
gemidos, besos,
silbidos, gestos,
humo, silencio.
Porque tus secretos
son también míos
y del mar, de los árboles sagrados,
de la divina Isis, del augur
que ha leído tu nombre en mis entrañas.

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