sábado, 30 de marzo de 2019

Selva esmeralda, mar nocturno


Selva esmeralda,
atrápame en tus lianas,
arráncame la piel con tus espinas.
Voy abriendo camino
a golpe de machete
de cristal de bohemia,
con miedo de pisar los caracoles,
de espantar a las aves temblorosas,
de vagar sin destino
con las venas abiertas,
con las velas del alma desplegadas
aun sin viento,
perdido a siglos-luz de su tormenta.

¿Qué inercia hace girar
la tierra contra el tiempo,
contra la voluntad de mis latidos?
¿Qué hay más triste, mi musa,
que mi reloj parado
en esta cara oculta de la luna
midiendo el tiempo en el que estás ausente?
¿Qué hay más triste, mimosa,
que vagar en la lluvia
con la piel encharcada
del deseo de tus dedos
azul turquesa?

Mar transparente
que reflejas el ánimo del Cielo,
ábrele tus colores
a mis ojos cansados,
húmedos de beber
brisa marina,
nostalgia sublimada.

Deja que este rumor
de olas nocturnas
me susurre su nombre,
que el héroe se duerma en su leyenda
y los monstruos marinos reinen siempre
bajo cúpulas ávidas de estrellas...
Que me lleven las aguas a su orilla,
a su desnudez pura,
diosa blanca,
a sus cabellos negros,
rosa blanca del Yang, 
Andrómeda o Isis, 
Yin, azabache,
gema en bruto, hialina,
sin pulir, cristalina, 
alma viva, luz pura,
diamante...
Mi amante.

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